
Los expertos no tienen la menor duda; la pandemia por la Covid-19 ha sido un catalizador para el cambio, la innovación y la inversión en toda la industria farmacéutica. Para algunos inversores todo empieza y acaba en las empresas implicadas en la búsqueda de una vacuna y en sus CFDs, pero lo evidente es que el coronavirus ha abierto múltiples oportunidades para todos.
Es muy fácil centrarse estas últimas semanas en esas 15 empresas que luchan por ser la primera en poner una vacuna en el mercado, pero eso haría que los inversores se perdieran las oportunidades que se abren en los CFDs de empresas farmacéuticas de nuevos sectores que, como la telemedicina, se han situado en primera fila.
Pfizer, AstraZeneca, GlaxoSmithKline, Inovio Pharmaceuticals, Johnson and Johnson, Novavax, Sanofi, Heat Biologics, BioNTech, Vaxart, Vir Biotechnology, Moderna, Emergent BioSolutions, Dinavax, Geovax y Curevac son las 15 empresas farmacéuticas que compiten por la vacuna, pero sólo una será la primera.
Comprar sus CFDs para beneficiarse de un supuesto tirón bursátil no es rentable. De hecho, es un riesgo apostar por una de ellas. Las pequeñas dependen demasiado del éxito de la vacuna y las grandes sólo notarán levemente en sus cuentas el éxito de su vacuna, pues sus ingresos están muy diversificados.
La industria farmacéutica no es sólo la vacuna
Sin embargo, la COVID-19, más allá de la vacuna, ha generado un boom en las empresas que trabajan en los diagnósticos y no es descartable que los nuevos dispositivos portátiles se conviertan en la norma para identificar las próximas pandemias del futuro.
Por otro lado, cuando empiecen a llegar las curas definitivas contra la pandemia (no sólo parciales, como el remdesivir que tiene un precio fijado por Gilead Science de 390 dólares) la industria recuperará la capacidad de imponer precios. Recordemos que el cóctel que se le ha dado al presidente Donald Trump procede de Regeneron Pharmaceuticals y no de una de las 15 empresas de las vacunas.
Y por el lado de los grandes inversores, se ha descubierto un nuevo mundo, el de las empresas biofarmacéuticas con desarrollos innovadores y rompedores con gran capacidad de revalorización a poco que sus investigaciones demuestren avances, tal y como hizo en pocas semanas la desconocida farmacéutica estadounidense Moderna, que gana un 400% en los últimos doce meses o un 270% en lo que llevamos de año.
Las cosas están cambiando
Otra preocupación para los inversores es que los sistemas de salud de los países occidentales dependen en gran medida de la producción de muchos productos sanitarios básicos, como las mascarillas o las epis, que proceden de Asia (India y China). Por lo tanto, no sería descabellado pensar en que habrá algún tipo de incentivo para que las empresas occidentales (y cotizadas) reanuden la producción local para evitar cuellos de botella.
Por ejemplo, China fabrica la mayor parte de la oferta de antibióticos del mundo. Como usuario es peligroso que Occidente haya dejado el mercado en manos de un solo productor, pero como inversor tampoco es rentable porque son empresas que no cotizan y, por lo tanto, en las que no se puede invertir mediante CFDs.
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