Recuerde que la clave para tener todo reluciente, sin sacrificarse demasiado, es organizarse bien.
La limpieza de la casa es tarea de todos los días; sin embargo, no todos los trabajos son iguales: hay algunos específicos que demandan mucho más esfuerzo y deben hacerse con cierta regularidad.
¿Con cuánta frecuencia? Eso depende de lo que haya que limpiar.
A diario
Ordenar la casa en general (hacer las camas, repasar el polvo, barrer y colocar la ropa en los placares correspondientes); lavar el baño y limpiar la cocina, lavar la ropa y planchar.
Semanalmente
Pasar la aspiradora por todas las habitaciones; limpiar la heladera superficialmente, limpiar las entradas (con felpudo incluido) y los patios o balcones, si los hubiera.
Mensualmente
Limpiar todas las habitaciones a fondo; los placares y armarios por dentro; los vidrios y espejos; aberturas y marcos; televisor, equipo de música y demás aparatos electrónicos (con productos específicos).
Dos o tres veces al año
Limpiar y acomodar las alacenas; lustrar los muebles y abrillantar los objetos de metal; descongelar la heladera y limpiarla a fondo, lavar las cortinas y la tapicería en general; limpiar los techos y arañas.
Anualmente
Correr los muebles y limpiar detrás y debajo; sacar los libros de las bibliotecas y pasarles la aspiradora para quitarles el polvo; en primavera, lavar o mandar a limpiar las frazadas, acolchados y ropa de abrigo, y guardarlos en cajas cerradas o en fundas de plástico para que estén en condiciones hasta la temporada siguiente.
Fuente: Todo Consejos
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