Muchas veces la lista de cosas por hacer crece igual de rápido que nuestras ganas de no hacer nada. A eso, hay que sumarle que hay que tener tiempo también para uno mismo, para la familia y para los amigos… y es ahí donde sentimos que no hay tiempo suficiente para cumplir con todo.
Hay una sola manera de lograr nuestras metas y aprovechar más el tiempo: organizándonos.
1) Evitar posponer actividades – No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy
Muchas veces nos encontramos con el dilema de dejar algo para después, siempre con algún motivo valedero, como puede ser no saber cómo resolver el problema, que la tarea sea demasiado difícil o tal vez que simplemente uno no se sienta a gusto haciéndola.
Hay que intentar centrarse en el verdadero motivo de por qué uno pospone sus actividades, y cuando ese motivo sea descubierto, hay que empezar a trabajar en una solución.

Por ejemplo, si el problema es que uno se siente abrumado, es conveniente dividir la tarea en partes más pequeñas e ir resolviendo de a poco. Si el problema es la falta de conocimientos, según sea el caso, uno puede recurrir a bibliografía que aclare la situación o consultar a un tercero sobre la resolución del mismo.
Hay que evitar quedarse con una tarea sin realizar ya que con el paso del tiempo se vuelve más difícil de resolver (uno se cansa y se mal-predispone) y además se acumula con las nuevas obligaciones.
2) Realizar múltiples actividades al mismo tiempo
La mayoría de la gente intenta hacer varias cosas al mismo tiempo, pensando que de esa manera logrará cumplir con más objetivos más rápido. Uno se autoconvence de que está haciendo mucho, pero no es así. Cuando nada capta totalmente tu atención, existe mayor posibilidad de cometer errores. A la larga, uno termina gastando mayor cantidad de tiempo corrigiendo errores.
Por lo tanto, centrando toda nuestra atención en una cosa a la vez, se logran mejores resultados.
3) Gastar tiempo en tareas que no producen ganancias
El sello distintivo de un empresario exitoso es la capacidad para delegar. Realizar una tarea que resulte difícil o aburrida reduce rápidamente la energía y el entusiasmo.
Hay que admitir que uno no puede hacer todo, y comenzar a delegar ciertas tareas a gente que sea mejor que uno haciéndolas, y dedicarse sólo a las actividades en las que realmente somos buenos.
El primer paso para decidir qué delegar, es determinar el uso más rentable de nuestro tiempo.
Siempre resulta práctico aplicar el Principio de Pareto: la regla 20/80
Esta regla establece que el 20% de nuestras actividades produce el 80% de tus resultados. Por lo tanto, para dar prioridades en nuestra lista de cosas por hacer, nos conviene determinar qué tareas entran en el 20% dicho, visualizando los beneficios que nos generan. Cuando hayas identificado las actividades que generan más ingresos, sabrás que tareas delegar.
4) Falta de planeamiento
Si no sabés a dónde queres ir, no vas a llegar a ningún lado. Hay que estar permanentemente enfocado a reevaluar nuestros objetivos.
Hacer una lista de las metas que tenemos puede ayudar: escribir estimula la creatividad y transforma ideas difusas en un plan claro y concreto.
Programar las actividades del día siguiente antes de ir a dormir es también muy efectivo. El subconsciente trabaja afanosamente en nuestras metas mientras dormimos, y eso ayuda a que cuando despertemos nos sintamos con el control de las cosas y listos para hacer frente a nuestros desafíos.
5) Volver a enfrentar las mismas tareas
Hay que hacer, desechar o delegar, pero no dejar para después o hacer las cosas de forma incompleta. Conviene hacer las cosas de una sola vez y con detenimiento, evaluando todos los aspectos del problema y decidiendo de qué manera conviene enfrentarlos.
Una vez que hayamos comenzado con una tarea, hay que seguir con la misma hasta terminarla. Cuando uno vuelve a una tarea que no se finalizó, hay que contar con tiempo extra para refamiliarizarse y recordar en que parte se abandonó.
Completar una tarea exitosamente, no importa lo pequeña que sea, nos da una excelente sensación de éxito y nos invita a asumir otras actividades que aparecen en nuestro camino.
6) La desorganización
¿Sabías que no estar organizado suele hacernos perder por lo menos una hora más al día de nuestra productividad? ¿Podemos aceptar perder cinco horas a la semana simplemente por el hecho de no tener una buena organización? Por supuesto que no.
Mantener el escritorio, papeles y área de trabajo limpios y ordenados nos hace ser más productivos. Vas a estar mucho más concentrado en tus actividades diarias, encontrar las cosas que necesites más rápidamente, y además sentirte con mayor control de tu vida.
7) Falta de equilibrio en nuestras actividades
Si sos como la mayoría de la gente, empezaste a trabajar para poder disfrutar un poco más de la vida. Sin embargo, muchas personas pierden de vista este objetivo. Se preocupan tanto por los negocios que terminan sacrificando su propio bienestar y el de su familia.
El estrés se acumula, la gente se cansa, y la productividad cae en picada. Esto es algo que tenemos que evitar.
Asegurate de mantener por lo menos un día a la semana para el ocio y para estar con las personas que nos importan. Tampoco hay que olvidarse de cuidar la salud: se aconseja dedicar parte de nuestro tiempo todos los días para hacer una actividad de disfrute (mirar televisión, leer, salir a caminar y demás). Al llevar una vida equilibrada, uno se asegura de gozar de buena salud, tener una excelente vida familiar y encontrar la paz mental.
Todas las actividades, ya sea estudio o trabajo, demandan muchísimo de cada uno. Sin embargo, con determinación y disciplina, uno puede organizarse y cumplir con todos nuestros objetivos sin necesidad de estresarse o vivir infelizmente.
Fuente: WebAyunate
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